“Analizándola, me enfoqué en buscar cambios en el suelo y esa zona los presentaba”, señaló el geólogo forense, que pertenece al Departamento de Geología, de la Facultad de Ciencias Exactas, de la UNRC.
Y reflexionó: “Esto reactiva la esperanza de muchas familias, no tiene precio”.
“Desde la Geología Forense, estuvimos trabajando en la ubicación de los sitios potenciales de enterramientos clandestinos, a través de distintas técnicas”, afirmó.
“Y desde una foto aérea de julio de 1999 salió todo”, indicó.
“Analizamos esa foto para ver los rasgos antrópicos vinculados con algún enterramiento clandestino”, comentó.
“Mi trabajo apuntó a buscar evidencias en el lugar, cambios en la morfología, modificaciones de huellas y caminos, una tarea de mucho detalle”, explicó.
“Empecé en enero, revisando las fotos, lo que demandó mucha visión, junto con la lectura y relectura de los testimonios”, contó el geólogo forense.
“Utilicé informes de años anteriores, para calcular a qué distancias estaban los potenciales enterramientos clandestinos”, señaló.
“Tiré dos distancias estimativas, de 1.500 y 4.000 metros y, bordeando los 4.000 metros, me daba el sitio”, puntualizó.
Y añadió: “Lo hice revisar con colegas, se hizo una georreferenciación de la foto y marqué el perímetro de los sitios potenciales de enterramientos clandestinos”.
“Se empezó a excavar y a revisar paredes de la trinchera, para corroborar si los sedimentos son naturales o alterados por las máquinas”, explicitó.
“Trabajé con dos antropólogos y la Justicia destacó nuestra labor”, aseveró.
Y aclaró: “Pero el punto central, el disparador, fue la foto de julio de 1979. Sin ella, no hubiéramos llegado a ese lugar. Es decir que la pista fue una foto vieja”.
“A eso, se suma una pericia mía para detectar cambios sutiles del terreno. Yo tengo experiencia en ello. Ycon todo eso los resultados fueron positivos”, evaluó.
Por último, Sagripanti manifestó que “lo más trascendente es que esto reactiva la esperanza de muchas familias que están esperando y eso no tiene precio”.