Pero hay un dato más: en el último año el ajuste del valor que recibieron los tamberos fue de sólo el 8%, muy lejos de cualquier evolución de precios, tanto de alimentos como de inflación general en el país. En realidad, lo que hay es una pérdida de valor en términos reales frente a un IPC que transita el 2,5% mensual.
Pero los productores alertan sobre una referencia más: los costos, en particular de la alimentación y el combustible.
Lo cierto es que mientras esto ocurre en el primer eslabón de la cadena, en las góndolas los productos terminados de la cadena láctea tuvieron otro comportamiento, aunque igualmente por debajo del ritmo inflacionario general.
De acuerdo a los datos oficiales de precios, la leche, los productos lácteos y huevos en el Gran Buenos Aires, bajaron un 0,4% en noviembre (por la gran baja en huevos), crecieron un 18,3% en el período enero-noviembre y un 20,1% en el interanual. Este índice anual varía por región de 18% a 22,5%.
En el informe del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla) puede verse que, a pesar de algunos altibajos, hay una contundente desaceleración de los precios de los productos lácteos a nivel minorista desde el inicio del actual proceso económico. En ese sentido, se remarca que los precios de los productos lácteos tuvieron una variación interanual promedio del 18,6%, cuando la inflación minorista fue de 31,4%, los alimentos y bebidas no alcohólicas aumentaron un 31,1% en el año y el dólar oficial BCRA tuvo una variación interanual del 42,5%. Aún en ese contexto, la peor parte queda para el tambero.