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Urretabizcaya: "En esta campaña, lo de la chicharrita fue explosivo"

El agrónomo y magister en control de plagas analizó el impacto de la chicharrita y cómo puede continuar

Néstor Urretabizcaya es ingeniero agrónomo, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y experto en plagas. Desde hace 25 años que recorre lotes de maíz y asegura que nunca vio un panorama como en esta campaña con la invasión de chicharrita y presencia de spiroplasma en la Región Pampeana.

En diálogo con Tranquera Abierta, sugiere algunas estrategias ya pensando en la próxima gruesa, explica por qué no es buena idea traer materiales genéticos de Brasil que resisten la enfermedad y traza un paralelismo con el Mal de Río Cuarto.

“Nunca vi una situación como esta. Es absolutamente atípica. Sí la chicharrita existió, pero en niveles poblacionales muy bajos y nunca estuvimos obligados a hacer prácticamente controles. Pero lo de esta campaña rompió eso y se volvió explosivo”, comienza Urretabizcaya describiendo lo que se observa en los campos.

Y agregó: “Nunca estuvo en el centro del país en los niveles que vemos actualmente en los lotes. Pero hay que considerar también que tuvimos en los últimos años una oferta de maíces sembrados en fechas muy diversas. Con eso quiero remarcar que el problema con este insecto se localiza en los primeros 90 días de cultivo. Y con el panorama de fechas escalonadas que tenemos en Argentina, le hemos estado ofreciendo maíces dentro de esos primeros 90 días desde mediados de agosto en el norte, hasta enero en el centro. Con eso, la chicharrita se fue trasladando en busca de esos maíces recién emergidos, que es su plato principal, el que más le gusta, donde más ataca. Pero además es donde se generan los primeros síntomas, que muchas veces son imperceptibles y luego empiezan a manifestarse cuando va promediando el cultivo.

Los primeros 90 días de la planta son claves...

La chicharrita puede estar presente en el cultivo durante todo el ciclo. Pero el problema para nosotros es que ataca en etapas tempranas, ingresa el spiroplasma, que es una bacteria, comienza a tapar los vasos y la sintomatología se empieza a dar bastantes días después de la inoculación de la enfermedad. No es inmediato. A veces, en las etapas tempranas uno no se da cuenta, pero ya está el spiroplasma en el interior de la planta. Por eso insistimos en que hay que prestar muchísima atención. Ahora esta campaña ya está, pasó. Pero hay que pensar muy bien durante el invierno y en la próxima campaña.

¿Y qué se puede hacer hacia adelante?

Una de las consideraciones que hay que tener ya mismo es que aquellos que no terminaron de cosechar le presten mucha atención a ese proceso. Porque aquellas plantas que no sean cosechadas o las semillas que caen al piso y luego se transforman en plantas guachas, son los refugios ideales de la chicharrita durante el invierno. También hay que prestar atención a aquellas plantas fuera de los lotes que no se cosecharon, y mucho cuidado porque muchos productores al ver el gran daño en el cultivo deciden abandonarlo, y no cosecharlo es un gran peligro y una enorme oportunidad para la chicharrita. Con lo cual hay que levantar todo el maíz, controlar las plantas guachas y prestar mucha atención porque la chicharrita en el invierno no se muere; entra en una etapa de latencia en estadio adulto. Eso lo cumple en los maíces guachos o en las gramíneas de invierno como cebada, centeno o trigo. Seguramente utilice esas plantas como puente verde, aunque no vamos a encontrar daño en esas plantas. Sólo las va a utilizar como refugio.

¿Luego reaparece en primavera?

Cuando las condiciones climáticas se lo permitan, por encima de los 17 grados, empezará a activar una nueva generación. En el norte será más temprano, en agosto o septiembre, y en las zonas pampeanas, en octubre o noviembre.

¿El invierno puede ayudar si llega con heladas y temperaturas bajas?

Sí, eso ayuda. La helada puede influir fuertemente en la dinámica poblacional y puede colaborar. No es un insecto adaptado a estas zonas, sino que corresponde al norte de nuestro país.

Más allá del clima, ¿qué estrategias se pueden llevar adelante?

Lo que recomendamos es que las semillas de maíz que vayamos a utilizar tienen que estar tratadas, curadas con insecticidas sí o sí. No es una negociación viable. Pero además, esa semilla tiene que estar tratada con productos que reúnan al menos dos condiciones centrales: primero que sea sistémico, es decir que sea absorbido por la semilla pero que luego también proteja a la planta; y el segundo requisito es que sea residual, que al menos proteja los primeros 25 o 30 días del cultivo. De esa manera tendríamos protección de una primera etapa. Luego de la emergencia lo que recomendamos es monitorear exhaustivamente los cultivos de maíz.

¿Qué implica en la práctica “un control exhaustivo”?

Hay que caminar el lote, recorrerlo, pararse, mirar bien abajo porque la chicharrita muchas veces empieza en la parte inferior de la planta. También observar bien las hojas de ambos lados. Y ahí empezar a tomar decisiones si es necesario, como aplicaciones de insecticidas.

Algún paralelismo con el Mal de Río Cuarto...

El Mal de Río Cuarto también es una enfermedad causada por un insecto, pero es otra chicharrita, de otra familia pero del mismo suborden. Y sí tiene algunas características similares. Una es que se trata de un insecto picador como esta y que tiene la posibilidad de inocular un virus en el caso del Mal de Río Cuarto mientras que el spiroplasma es una bacteria. Digamos que el vector es bastante parecido. Estos insectos picadores causan doble daño porque inoculan saliva y extraen sabia y entonces la planta se debilita. Y luego ingresa una bacteria o virus, con un problema mucho mayor. Pensemos que no tenemos productos para controlar enfermedades en planta causadas por bacterias o virus, entonces la única estrategia de control es el control del vector, no de la enfermedad. No es una enfermedad fúngica para la cual podríamos tener respuestas. Por lo cual hay que trabajar muy fuertemente hacia adelante con lo que son variedades resistentes o tolerantes. El Mal de Río Cuarto prácticamente dejó de ser un problema en muchas zonas justamente por la obtención de materiales resistentes. Ahora hay que trabajar para tenerlos en el caso del spiroplasma.

¿Puede ser en el corto plazo?

Es muy difícil porque lleva una etapa de selección, mejoramiento genético. Hay que ser un poco más paciente. Incluso algunos sugieren traer materiales de Brasil que ya fueron probados y que resistieron. El tema es que traemos materiales adaptados a otro clima y van a sufrir más la adaptación que por la pérdida de la chicharrita.