La política tampoco ha sido benevolente en las últimas semanas: el oficialismo ha encadenado derrotas potentes en el Congreso, donde no ganó casi ninguna de las votaciones decisivas que enfrentó. El rechazo del veto a la Ley de Emergencia en Discapacidad acumuló 63 votos en un Senado que tiene 72 miembros. Hay que escarbar en la historia para encontrar otro gobierno que haya recibido una paliza semejante.
Mientras tanto, ni Milei ni Karina terminan de ser convincentes con las explicaciones sobre las supuestas coimas que se habrían cobrado en el área de Discapacidad y que habrían ido a parar a la cúpula del poder. “Alta coimera” se convirtió en un hit y del otro lado la respuesta viene siendo que los audios fueron filtrados ilegalmente. Pero más allá de la procedencia, ¿qué hay del contenido?¿Cuánto hay de veraz? Silencio.
Ahí no se agotan las desventuras de la política. Hay que anotar una más que está provocando daños severos en el gobierno: la interna. En ese punto ya no hay factores exógenos sino una pelea intestina por el poder. En el triángulo de hierro hay dos vértices, Karina y Santiago Caputo, que cada vez disimulan menos sus tensiones.
La manifestación más reciente de esa interna implacable tiene a un cordobés como protagonista: el senador Luis Juez, líder del Frente Cívico y aliado de Milei, que llegó a prometerle amor eterno y desinteresado al Presidente porque lo conquistó como ser humano y que suele comer con él milanesas en la Quinta de Olivos.
La historia es conocida: Juez tiene una hija, Milagros, con parálisis cerebral y, obviamente, si bien suele defender en el Senado las iniciativas de Milei, votó en contra del veto a la emergencia en discapacidad, como ya lo había hecho con los fondos para el Garrahan. Pero esta vez fue diferente: uno de los personajes más oscuros y cloacales del mileísmo, que responde al nombre artístico de “Gordo Dan”, se despachó con un tuit que fue demasiado lejos. Con el mal gusto y la agresividad desmesurada que caracteriza al mileísmo, con su falta de humanidad, el Gordo Dan, que increíblemente es médico, atacó arteramente a Juez como represalia por su osadía de votar una ley a favor de los discapacitados.
Milei es un hecho disruptivo en la política argentina. Y entre sus múltiples innovaciones, una fue convertir en protagonistas de su organigrama de poder a lo peor de la política, a cultores permanentes de la crueldad. El Gordo Dan es un ejemplo, un síntoma en vez de una excepcionalidad.
Ni bien publicó su tuit, que después borró pero que al rato reemplazó por otros más brutales, a Parisini, alias “el Gordo Dan”, le llovió repudio. Y Juez, que se tomó un tiempo para responder, declaró que era una injusticia y una bajeza decir que él usa a su hija para hacer política. Sin embargo, dejó a resguardo al Presidente. Su posición de apoyo se mantiene, dijo.
Pero el capítulo habilita algunas preguntas. La principal tiene que ver con la posibilidad -o no- de compartimentar al mileísmo. Juez ahora sufrió en carne propia la impiedad del “brazo armado” de La Libertad Avanza. Pero no es un episodio aislado. Es una constante. Desde las cuentas del Gordo Dan y sus empleados se escupen permanentemente insultos, descalificaciones, burlas, no como un exceso sino como una forma de hacer política. Han llegado a atacar a un chico de 12 años con autismo.
Se podría decir que son exabruptos adolescentes de gente que es adolescente de razonamiento pero no de edad; sin embargo, sus tuits suelen ser reposteados por la máxima autoridad de la Nación y líder de los libertarios. Milei suele regodearse con las barbaridades del Gordo Dan.
Entonces, ¿es posible discernir como dice discernir Juez?¿Se puede apoyar una parte de Milei, como por ejemplo su fundamentalismo del superávit, y reprobar otra, como su ejército de tuiteros salvajes? Difícilmente. Es una empresa casi imposible. El Presidente no sólo retuitea hasta altas horas de la noche los insultos de Dan y su banda sino que lleva incorporado a su estilo de gobierno el regocijo que parecen provocarle sus medidas impopulares. Es un mandatario que organiza un asado de festejo en la Quinta de Olivos con los legisladores que logran frenar un aumento de 20 mil pesos para los jubilados. Esa fiesta, los tuiteros, la agresión constante, el insulto, ¿son el precio que hay que pagar por el superávit? En el mileísmo parece que sí: parece ser el costo que el gobierno le transfiere a la sociedad por haberle bajado la inflación.
Milei representa otra política, indudablemente, pero más degradada, más ordinaria, más proclive a despreciar al otro, a quien no acepta sumisamente el extremismo del Presidente.
Esa personalidad que el libertario ha trasladado a todo el gobierno no es inocua. Tiene consecuencias políticas: ¿con quién va a gobernar el Presidente, no ahora, sino más adelante si ya no le alcanza con el acompañamiento de la gente y su imagen sigue deteriorándose en las encuestas de opinión?
A Juez lo trataron como lo trataron pese a ser un aliado. Y no un aliado circunstancial: su Frente Cívico integra La Libertad Avanza en Córdoba, es una de las fuerzas políticas que lo constituyen.
Cerca de Juez no creen que el ataque al senador haya sido consecuencia de una noche de desmesura del Gordo Dan. Ven atrás la mano de Santiago Caputo, tótem del ejército de tuiteros, que ha sido inapelablemente derrotado por El Jefe Karina en la arquitectura electoral y el reparto de las candidaturas.
En el juecismo sostienen que Caputo pretende detonar la alianza en Córdoba para que La Libertad Avanza pierda en la provincia contra la lista de Juan Schiaretti. La sagacidad política de Karina ya ha quedado cuestionada en Corrientes, donde se negó a cerrar una alianza con los Valdés y relegó a los libertarios a un ignominioso cuarto lugar. “Caputo quiere que el oficialismo pierda en Córdoba, en Santa Fe, en Buenos Aires. Así espera recuperar poder”, interpretan en el círculo de Luis Juez.
De todos modos, hay un dato que los inquieta y que estaría demostrando que el propio Milei podría guardarle algún rencor al senador cordobés. El Presidente, que se la pasa tuiteando y retuiteando, no se pronunció de ninguna manera sobre los insultos del Gordo Dan al cordobés.
Juez dice que lo llamó Karina para pedirle perdón pero, en política, a una ofensa pública le corresponde un pedido público de disculpas.
Hay otro vacío llamativo. Si bien está alineada con El Jefe y los Menem y no con Caputo, no hubo ningún pronunciamiento oficial de La Libertad Avanza de Córdoba en solidaridad con el socio agraviado. En el Frente Cívico aseguran que Gabriel Bornoroni, hombre fuerte de LLA en la provincia, llamó para pedir disculpas. En esa comunicación, aseguró que había recibido la instrucción de Martín Menem de publicar un comunicado contundente de repudio. Eso no ocurrió. Tampoco expresaron nada en sus redes Bornoroni ni los candidatos principales, el ignoto Gonzalo Roca y la riocuartense Laura Soldano, que en su cuenta de X reposteó un día antes de los insultos a Juez un mensaje elogioso a las argumentaciones políticas del Gordo Dan.
Las internas en el oficialismo son tan viscerales y sanguíneas, tan feroces, que han privado a las Fuerzas del Cielo de su dimensión redentora y las han condenado al barro que, en política, es tan viejo como el infierno.