Entre los asistentes se encontraban Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana del presidente; Manuel Adorni, vocero presidencial; Patricia Bullrich, ministra de Seguridad; Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. Entre los referentes políticos locales, compartieron mesa Manuel Calvo, ministro de Gobierno de Córdoba; y Daniel Passerini, intendente de la ciudad de Córdoba. También estuvieron presentes Gabriel Bornoroni, diputado nacional por Córdoba y presidente del bloque de La Libertad Avanza; y Gonzalo Roca, candidato a legislador nacional por el mismo espacio político.
El presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba, Manuel Tagle, fue el encargado de dar la bienvenida a los presentes.
Milei abrió su intervención destacando el rol de Tagle como anfitrión y señalando que “tratar de doblegar al statu quo no es fácil”, frase que repitió a lo largo del acto como eje de la defensa de sus reformas. Continuó destacando lo que considera logros de su gobierno: “En un mes pusimos las cuentas en orden, algo que no se hizo en 123 años”. Repitió una vez más que su gestión habría sacado “a 12 millones de la pobreza y a 6 millones de la indigencia”, y que “Argentina encontró la máquina de la prosperidad”. Con su habitual tono encendido, llamó a no “aflojar en mitad de camino” y planteó que el verdadero obstáculo es “la receta fracasada que se aplicó durante 100 años”.
Pero el eje más fuerte fue el cruce con Schiaretti. “Resulta increíble alguna propuesta de gastar más, cuando se supone que al pasar por la administración pública uno debería haber aprendido lo que es una restricción presupuestaria”, lanzó. Enseguida acusó al exgobernador de impulsar medidas que implicarían “elevar el déficit fiscal en siete puntos del PBI”. Como si se refiriera a un principiante, ironizó: “¿Con qué lo va a financiar? ¿Con emisión, con deuda en este contexto o con impuestos? Por cada punto de PBI necesita tres puntos de IVA. ¿Está pensando en llevar el IVA al 42%?”. Luego lo calificó de “gastomaníaco” y advirtió que esas políticas “sólo pueden llevar a una hiper, a hundir a generaciones futuras o a matar a la gente con impuestos”.
En otro tramo, Milei apeló a la historia política, usando una comparación que para los cabuleros puede haber resultado polémica y poco feliz para los ahorristas. Se comparó con Fernando De la Rúa, al recordar la reforma laboral frustrada de 2001: “Cuando le empezaron a torpedear el barco a De la Rúa fue porque quiso hacer la reforma laboral. No sea cosa que los que están torpedeando ahora sean los mismos. No van a poder parar el cambio”.
También apuntó contra lo que definió como “el partido del Estado”, al que acusó de sembrar “pánico político” frente al equilibrio fiscal que, según dijo, su gobierno logró en tiempo récord: “De 200 países, solo cinco tienen equilibrio fiscal y nosotros somos uno de ellos. Todo el pánico es político. Si el 26 de octubre pintamos a Argentina de violeta, el sueño de hacer grande a la Argentina será posible”.
El pasaje más citado del discurso fue su pronóstico sobre la inflación: basándose en una tesis universitaria, Milei afirmó que “en el segundo semestre de 2026, si seguimos con esta política, la inflación será un mal recuerdo”. Una promesa que buscó poner horizonte a un presente marcado por la suba de precios y la disparada del dólar en los últimos días.
El contraste con el clima de la sala fue notorio. Mientras Milei insistía en que “la economía argentina va a volar”, los empresarios se mostraban reacios a compartir la euforia. La mayoría escuchó en silencio, sin la mística que suele acompañar al Presidente en sus actos políticos. La propia elección de Córdoba, provincia gobernada durante más de dos décadas por Schiaretti y su sucesor Martín Llaryora aportaba una cuota de tensión: Milei jugaba de visitante en un terreno donde el “cordobesismo” todavía conserva influencia.
El Presidente buscó mostrarse fuerte y desafiante, pero en Córdoba quedó claro que su mensaje, esta vez, no encontró aplausos fáciles: la falta de entusiasmo en el círculo rojo cordobés fue una señal que no pasó inadvertida.