‘Ante la presencia de convulsiones, la realización de determinados estudios y un interrogatorio médico eficiente permitirán arribar a un diagnóstico certero de epilepsia y ayudarán a definir el mejor tratamiento posible, inclusive en aquellos casos donde los medicamentos no obtienen resultados y se debe recurrir a otras opciones terapéuticas’. Así lo afirmaron especialistas en el marco del Día Internacional de la Epilepsia, que se conmemora cada segundo lunes de febrero.
Terapia cetogénica: qué es y cuáles son sus beneficios
Para pacientes que no logran controlar su epilepsia con medicamentos, existe la terapia cetogénica, un tratamiento nutricional no farmacológico
Una de esas opciones de tratamiento que ha demostrado ser sumamente efectiva para los casos de epilepsia refractaria, es la terapia cetogénica, que consiste en un abordaje nutricional no farmacológico en base a modificaciones en la dieta, con la ingesta de una serie de alimentos ricos en grasas, adecuados en proteínas y en una menor proporción de aquellos elevados en hidratos de carbono. Debe ser llevada de la mano de un equipo de salud multidisciplinario, liderado por un especialista en neurología, sobre todo en las primeras etapas de la implementación de la terapia.
“En aquellos casos que no responden a la terapia con 2 o más fármacos anticonvulsivantes (FAC - en monoterapia o en combinación, apropiadamente elegidos y empleados de forma adecuada), que son las epilepsias refractarias, es importante realizar la consulta con un neurólogo especializado en la terapia cetogénica, para ver si ese paciente es candidato o no a este tratamiento no farmacológico. Los beneficios muchas veces pueden ser un verdadero cambio en el día a día del paciente y de su familia”, afirmó el Dr. Ignacio Sfaello, Neuropediatra, Jefe de Servicio de Neurología Infantil en la Clínica Universitaria Reina Fabiola, Córdoba; Miembro titular de la Sociedad Argentina de Neurología Infantil, Miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría y de la Liga Argentina contra la Epilepsia.
Existen fórmulas nutricionales que facilitan este tipo de alimentación, con muchos nutrientes y alto contenido en grasas que ayudan a preparar comidas como las tradicionales; se pueden elaborar panes, muffins, fideos o panqueques, entre otros alimentos. De esta manera, pueden aumentar los cuerpos cetónicos que necesitan mediante una alimentación variada, contribuyendo a la vez a la adherencia al tratamiento.
Estas fórmulas nutricionales están cubiertas por las obras sociales y prepagas (o por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social para quienes no cuenten con cobertura médica) por la Ley de Discapacidad (n°22.431 y n° 24.901) en los casos en que se tenga Certificado Único de Discapacidad (CUD) y por la Ley de Epilepsia (N° 25.404) para aquellos que no lo posean.
En cuanto a su eficacia, la terapia cetogénica ha demostrado reducciones significativas en la cantidad e intensidad de las convulsiones diarias: logró reducir 50% la cantidad de crisis en el 85% de los niños y niñas tratados, de los cuales el 55% quedó libre de convulsiones. Nuevos trabajos muestran además un efecto positivo sobre el funcionamiento cognitivo y conductual, reduciendo niveles de ansiedad, mejorando el estado de ánimo e incrementando la productividad vinculada al aprendizaje, cambios que fueron independientes del control de las crisis convulsivas. En toda la Argentina hay más de 30 centros formados por terapia cetogénica, integrados por equipos interdisciplinarios.
“Lo que buscamos con la terapia cetogénica es la producción de cuerpos cetónicos en el hígado, que se generan a través del metabolismo de los ácidos grasos. La producción de dichos cuerpos cetónicos provoca cambios en la actividad metabólica cerebral, mediante varios mecanismos, contribuyendo a controlar las crisis convulsivas”, consignó el Dr. Sfaello.
Para la indicación, instrumentación y seguimiento de un tratamiento en base a la terapia cetogénica es importante la consulta con un equipo médico interdisciplinario formado en terapia cetogénica, generalmente integrado, entre otros, por un neurólogo de cabecera, un nutricionista y el médico pediatra.