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En la última década, la informalidad disimuló la desocupación, que podría ser el triple que la actual

Sin posibilidades de encontrar una ocupación formal, muchos argentinos optaron por trabajar en negro y por eso no creció más fuertemente el desempleo. Un mal menor, que impacta fuerte en el sistema previsional

Los datos del Indec sobre el mercado laboral correspondientes al 2º trimestre del 2025 señalan que la ocupación total se mantuvo estable en 13,3 millones de personas en los grandes aglomerados urbanos con respecto al mismo período del año anterior. La tasa de desempleo también se mantuvo en 7,6% de la población activa lo que equivale a 1 millón de personas sin trabajo que buscan activamente un empleo. Pero en esa foto que parece estática hubo cambios sustanciales: si bien no se modificó la cantidad de ocupados, aumentaron la informalidad y la gente que estando ocupada busca trabajar más.

Vale recordar que en Río Cuarto el desempleo registró una leve suba del 0,2 por ciento: pasó del 5,6 al 5,8 por ciento en el último año, manteniéndose por debajo del promedio nacional.

De acuerdo a los datos oficiales, el 5,8 por ciento de los riocuartenses están desempleados mientras que el 5,7 por ciento está subocupado, es decir, que trabaja menos de 35 horas semanales por causas involuntarias y está dispuesto a dedicar más tiempo al empleo. Un año antes, esa cifra estaba en el 8,9 por ciento, lo que señala una mejora en el indicador.

Por otra parte, un dato importante es la cantidad de ocupados que demandan empleo, ya sea para cambiar el que tienen o para sumar más horas y, por lo tanto, ingresos. En ese punto, el año pasado había un 11,2 de los ocupados que demandaban otro puesto laboral, mientras que en la actual medición el porcentaje bajó al 5,7 por ciento.

A nivel nacional, “la tendencia de la economía es al estancamiento y la inestabilidad financiera de las últimas semanas seguramente tendrá efectos negativos adicionales sobre la actividad. Por lo tanto, cabe esperar que el deterioro en el mercado de trabajo se agrave. Puede que este fenómeno se canalice a través de un aumento en la tasa de desocupación. Pero también puede ocurrir que ante el estancamiento o, peor aún, la destrucción de empleos de calidad, el balance en el mercado de trabajo cierre con aumentos en la informalidad. Dentro de este concepto se incluyen, no sólo a los asalariados no registrados y cuentapropistas sin registro, sino también a quienes tienen como ocupación principal el Monotributo ya que, en general, son empleos de baja productividad y bajos ingresos”, advierte en su último informe el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa).

Allí destaca que es interesante observar la dinámica del mercado laboral argentino en los últimos 10 años donde con vaivenes prevaleció el estancamiento económico. Según datos de la Secretaría de Trabajo y del Ministerio de Economía, entre los años 2015 y 2025, se observa que:

  • Los asalariados privados registrados se mantuvieron constantes en 6,2 millones.
  • Los desempleados pasaron de 1,1 a 1,6 millones.
  • Los informales, definidos de manera amplia, pasaron de 6 a 9 millones.

“Estos datos muestran que en una década sin crecimiento no hubo generación de empleos de calidad y el mercado de trabajo ajustó no tanto por aumento en el desempleo (500 mil personas) sino por fuerte expansión de la informalidad (3 millones de personas)”, remarca Idesa.

Si en los últimos 10 años la informalidad no hubiera crecido, la tasa de desempleo sería del 23%, en lugar del 7,6% que reportó el Indec la semana pasada para el segundo trimestre del año. “Quiere decir que, de no mediar el fuerte crecimiento de la informalidad, la tasa de desempleo seria 3 veces más alta. El deterioro laboral no se manifiesta a través del desempleo sino vía mayor informalidad”, remarca.

Para Idesa, “el fenómeno se explica en parte por el estancamiento productivo (el PBI del 2025 es similar al del 2015). Pero también por el vetusto modelo de negociación colectiva. En amplios sectores de la economía se siguen aplicando convenios colectivos negociados en 1975 y entre 1987/1988. Se actualizaron las grillas de remuneraciones, pero el resto de las cuestiones centrales siguen petrificadas. No hay ‘negociación colectiva’. Lo que hay es ‘discusión paritaria’ para ajustar salarios por inflación. Las demás reglas de los convenios colectivos se prorrogan indefinidamente (ultraactividad) y los empleadores y trabajadores del sector no pueden dejar de aplicarlos, aun cuando no pertenezcan a la cámara y al sindicato firmantes”, destaca Idesa.

En el trabajo también se remarca que la ausencia de negociación colectiva no permite la adaptación de los empleos a la modernidad. “A modo de ejemplo, cuando se firmaron los actuales convenios colectivos no se usaban computadoras, no existía Internet, ni celulares, ni WhatsApp. Una situación muy ilustrativa de cómo esto impide el cambio es con la reforma laboral del gobierno que se aprobó en el Congreso. En esta ley se da la posibilidad de reemplazar la indemnización por despido por un fondo de cese laboral. Esto es, el empleador aporta mensualmente un porcentaje del salario a un fondo que el trabajador se lleva cuando finaliza el vínculo laboral. En la práctica, el esquema no se aplica porque, sin negociación colectiva, no se puede instrumentar”, agregó Idesa.

Y cerró: “También es importante el acompañamiento de las provincias. Si bien la normativa laboral es nacional, su aplicación depende de las justicias laborales provinciales. Para crear empleos formales, a nivel provincial son críticos dos elementos: a) unificar los criterios de actualización de los créditos laborales; y b) crear los Cuerpos de Peritos Médicos provinciales para la evaluación del daño en los juicios por accidentes y enfermedades profesionales”, finalizó el informe.